5 Enero 2010

                           

El reencuentro de Nietzsche, augusto maestro del humanismo de todos los tiempos, con el fundador del mazdismo, el más grande pensador persa, en el camino de la Historia sobre la dualidad construcción-destrucción, no tiene nada que ver con el binomio amor-amistad que toda persona tiene pero que muy pocas ejerce, salvo el de su imperio tras derrotar siempre a la destrucción. Hace casi mil quinientos años en Britania se creó un Reino simbólico  fundamentado en la unión de los caballeros de la mesa redonda, cuyo lazo máximo era la amistad y la igualdad, pero tres personas: Arturo, Lanzarote y Ginebra le añadieron su amor surgiendo así el embrión de la comunión espiritual mas completa que haya existido. Pues bien regresando a Nietzsche, que como se sabe trató de darle al hombre el rango superior de perfeccionamiento a lo largo de etapas, su filosofía vitalista nos enseña que el hombre, a través de su voluntad de existir y vivir, necesita una nueva ética que le despoje gradualmente de su herencia animal para no ser destruido. Esa nueva ética, no cabe duda alguna, ha de estar basada en el binomio amor-amistad pero no de tres personas sino de la inmensa mayoría de la humanidad. El camino de perfeccionamiento va a ser muy largo, quizás otros mil quinientos años, pero las semillas ya están echadas.

Crisoldeltiempo.