El Papa Juan XXIII negó a la CIA los privilegios que le concedió el Papa Pio XII, tras la derrota militar de Alemania en el año 1.945, bajo presiones y amenazas y ella empezó a preparar el camino para su sustitución por el Papa Pablo VI. Juan XXIII muere de un cáncer misterioso cuando desautorizó al director de esa agencia de inteligencia norteamericana, McCone, en su visita a Roma para tratar de evitar el acercamiento del Vaticano a la URSS. Pablo VI, nada más coger el poder de la Iglesia católica, recibe en Roma al presidente norteamericano J.F. Kennedy y desde entonces los jefes de la CIA son considerados en el Vaticano muchísimo más importantes que los propios embajadores de U.S.A. allí. La Compañia de Jesus es sustituida por el Opus Dei en la labor de salvaguardia y dirección espiritual de la Iglesia vaticana. El Papa Juan Pablo I -que anuncia el colegialismo, reparto del poder con sus obispos, y la unión con otras religiones como dos objetivos primordiales e irrenunciables- es asesinado por un complot interno a los 33 días de su mandato tras ordenar una investigación saneadora de la Iglesia.
Juan Pablo II, polaco y anticomunista, le sucede y, con su máscara popular y humana, se abre a Israel; es decir a Rockefeller y Rothschild en contra del Cardenal Siri fiel seguidor de Pio XII y Juan XXIII, destacados antinacionalsionistas y profundizadores del la Iglesia católica en USA. A su muerte, el Vaticano ya estaba penetrado en más de la mitad de sus cimientos por ese humo diabólico y maldito.
La Iglesia vaticana actual -la no penetrada por el "humo de satanás", es decir la dirigida por el Papa Benedicto XVI- identificada con Europa y U.S.A. no sionista ni sinárquica está siendo atacada ferozmente por el nacionalsionismo internacional que quiere ya de una vez por todas destruirla. La convivencia con su mal la va a aniquilar sino lo extirpa ya de inmediato. El arrancar ese "humo del demonio" de su unidad comunal le va a suponer ciertamente una disminución esencial en su conjunto, pero a cambio va a obtener una pureza y autonomía que le va a permitir seguir existiendo y con el tiempo crecer más saludable y limpia. No puede ni debe ya demorar por más días cortar de raiz esa descomposición progresiva, ya que si lo hace su final es seguro y más de quinientos millones de fieles, seguidores y creyentes honestos serán integrados sin saberlo en el nuevo imperio de satán. El cisma ya está producido y consumado, por tanto o lo hace ya rápida, decidida y valientemente salvando la mayor parte unitaria posible o su conjunto sano, genuino y puro será extinguido.
Crisoldeltiempo.
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