Los grupos mediáticos, sin los que la democracia actual no sería posible, en teoría, al mantener una opinión publica que la acepta y soporta como sistema político adecuado y necesario, son la trampa intrínsica de la misma para simular en ella todo lo contrario. Bajo el concepto de que los medios de comunicación son la palanca reguladora del motor democrático del pueblo, se encuentra una realidad bien distinta y ocultada que es la que los poderes dirigentes ejercen tras ese sistema democrático aparentado.
Así los medios de comunicación controlados totalmente -en vez de informar sobre una realidad cierta, denunciar los abusos y excesos que pongan en peligro la democracia original y ser instrumentos verdaderos de garantía de la misma- desinforman, distorsionan, mienten y ocultan sobre todo los acontecimientos desarrollados por los poderes dirigentes según sus intereses máximos. Se tiene de esa forma una opinión publicada absolutamente creada en la falsedad, en la que se hace creer que es la auténtica y verdadera.
El ciudadano incauto, confiado, atrapado y sobre todo dirigido se convierte de esa manera en el partícipe y cooperante imprescindibles en masa para el sostenimiento eficaz de la realidad ocultada. Mientras que el otro ciudadano minoritario: el cauto, inteligente, soberano, independiente y libre que vela y combate el gran engaño, tanto individual como colectivamente, es desacreditado, neutralizado e incluso tratado de paranóico constantemente. Pero estas personas maltratadas cada vez son más numerosas, son el ejército más temeroso que tiene en contra los poderes que dirigen la realidad ocultada, dado que son las que tienen la salud mental, el pensamiento claro y la opinión no contaminada para proteger y salvaguardar la realidad veraz.
Crisoldeltiempo.
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