11 Enero 2010.

Nadie puede imaginarse que cada vez que una persona que entra en un edificio precioso tenga que pagar un derecho de autor al arquitecto que lo construyó, tampoco cuando pasa por un puente principal al ingeniero que lo hizo, ni al cirujano que le salva la vida con su operación, ni tampoco al científico que le cura la enfermedad grave con el medicamento que inventó, etc, etc, etc.

Ahora bien, sí hay que pagar derecho de autor a toda esa masa de cantantes basura que pulula por el mundo, deformando el cerebro de los jóvenes débiles e incultos que la sigue o los oidos de cualquier persona que casual y accidentalmente la oye, para mantener su sustento vitalicio. Es una aberración jurídica y ética que el ciudadano de cualquier parte del mundo contribuya por imperativo legal a sostener con su dinero, el privilegio vergonzante de esos parásitos que no solamente crean nada bueno o provechoso sino que dañan la salud mental de una parte de la sociedad que los tolera y escucha tan incauta como imbécilmente.

Crisoldeltiempo.

© (Derecho en propiedad)