La Guardia Civil está todavía muy lejos de aprender el daño que le está haciendo a España con su actuar antihumano, antijurídico y antidemocrático al creerse que está por encima de ella. Efectivamente la Guardia Civil -que el poder político debería haberla disuelto hace ya algunas décadas por su herencia paramilitar- está ennegreciendo las imágenes nacional e internacional de España tan gratuita como torpemente al seguir como siempre sin cumplir con la Ley, el Derecho y la Autoridad y esencia democráticas; el trágico y gravísimo episodio del pasado día 6 en Ceuta es otro más de los innumerables que la Guardia Civil acostumbra a tener en su haber para afrenta de España y de su gente tan maravillosa que la puebla.
Europa está pidiendo constantemente a España que reduzca sus gastos funcionariales por cuenta corriente, pero España no le ha hecho todavía caso alguno en este sentido por lo que, a grito vivo del contribuyente español y de las autoridades ejecutivas europeas, se le presenta la oportunidad de empezar a refundir e incluso disolver al único ente negativo -tanto en su operatividad como en sus prácticas antihumanas, antijurídicas y antidemocráticas- que soporta el Presupuesto General del Estado, cual es el de la Guardia Civil. La clase política y la sociedad españolas tienen el deber de, por un lado, evitar el coste moral de la mancha democrática que la Guardia Civil da a España y, por otro, de ahorrar el gasto económico que la misma les supone.
Crisoldeltiempo.
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