A finales del año 2.005 cuando escribí TROYA I, no imaginaba que en algo más de cinco años después iba a estallar en el mundo musulmán, principalmente egipcio, la revolución popular que destronara de sus asientos poltrónicos a los mandatarios vendidos tan vergonzantemente a U.S.A.; aunque sí preveía que, a la menor oportunidad de gran debilidad que asomara de este Estado, el eje EUROPA-Rusia-Oriente Medio le iba a dar el golpe de gracia definitivo a su hegemonismo colonial anacrónico.

El Reino Unido, mi imperio británico admirado, ya tiene gracias a esta ocasión histórica la recuperación de Oriente Medio, vía pacto entre iguales respetando intereses comunes de libre competencia económica y soberanía nacional de las partes. La inteligencia paciente y combinada de las naciones de tal eje lo ha hecho posible y ahora toca administrar sabia y escrupulosamente ese sabor tratadista de la victoria.

Así, el planeta ya solamente tiene un dueño: el que lidera el bien de todos los paises aceptando sus principios sagrados más importantes, sin utilizar dominio colonial alguno por la fuerza de las armas tal como lo ha hecho durante medio siglo la arrivista y oportunista U.S.A.; siendo lo mejor para esta nación que vaya rompiendo rápidamente sus juguetes bélicos si desea sobrevivir y competir en el mismo. Los aqueos empezaron a gobernar el mundo una vez destruida Troya, por similitud el mundo ya es de todos una vez caida U.S.A.

 Crisoldeltiempo.

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